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La pareja más luminosa. El amarillo es el más enérgico de los colores cálidos, pero además aporta luminosidad. El gris, aunque no tenga aparente relación con el amarillo, es uno de los tonos que más ayuda a la iluminación. Si eliges el gris para las paredes y el amarillo para algunos detalles, conseguirás espacios amplios y alegres.