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El edificio debía cohesionar un “exterior colonial” que rescatara y pusiera en valor una pequeña plazoleta pública en lo que fue un concurrido barrio patrimonial antes del terremoto del 2010, con un interior muy medido y preciso con espacios modernos de nuevos sistemas constructivos.
El proyecto busca devolver al lugar su carácter festivo de reunión y paseo, emplazando un restaurant patrimonial con importante fábrica de empanadas criollas, en dónde cada mesa se apodera del entorno mediante ventanales diseñados según los árboles y los faroles de la plazoleta.