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Las piscinas infinitas se llaman así porque, el agua rebosa por sus bordes, creando un efecto visual de continuidad, de infinidad. Además, en función del entorno, su efecto puede ser más o menos evocador. Por ejemplo, si se trata de una casa ubicada a cierta altura y el ángulo de la piscina coincide con el mar como horizonte, la vista es sencillamente hermosa. Se crea la sensación de que ambas aguas se funden en una sola. Como si de la piscina, pudieras saltar al pacífico. Increíble, ¿verdad?